Incidencias del amor carnal en el patriotismo de Gaspar Ruiz.
Verónica Sánchez 4.
Para comenzar, a lo largo de la historia de la humanidad hemos podido apreciar cómo día tras día, año tras año y década tras década hemos ido perdiendo capacidad para sorprendernos con los sucesos que a diario ocurren. Dicha aptitud es a lo que denominamos sensibilidad, la cual es una característica inherente en nosotros los seres humanos, pero que a raíz de tantos cataclismos el uno peor que el otro, al parecer se está agotando, es decir, está menguando en nuestro interior. Ejemplo de este comportamiento lo vivimos en nuestra cotidianidad, pues ya sea por televisión, radio, Facebook, Twitter o por el medio que fuere si se nos transmitiese una noticia tal como: un coche bomba explotó cerca de un hotel en la ciudad de Kabul, Afganistán, dejando 10 muertos y alrededor de 50 heridos”; no nos alarma ya que lo vemos como algo normal. Así como estos tipos de noticias influyen en la merma de sensibilidad humana, este fenómeno a su vez aumenta más el aislamiento de nosotras las personas para con nuestros vecinos, o sea, prójimos lo que contribuye, en definitiva, a que también disminuya la solidaridad. Ahora bien, así como el medio ambiente y lo propio de éste influye en nuestra emotividad de igual modo sucede con el personaje de una creación literaria de Joseph Conrad, pero claro está con conceptos distinto, por lo que someto a consideración incidencias del amor carnal en el patriotismo de Gaspar Ruiz.
El término amor, según el diccionario El Pequeño Larousse se conceptúa como el afecto por el cual busca el alma el bien y desea gozarlo (120); mientras que la palabra carnal, según la misma fuente, hace referencia a “algo lujurioso” (305). Por lo tanto, partiendo de las nociones anteriores podemos inferir que el denominado amor carnal es una especie de pasión que atrae un sexo hacia su opuesto, pero nunca llegando a ser lujurioso, sino un tanto más puro. Dicho esto, así mismo considero que es ese sentimiento, que en la obra conradina Gaspar Ruiz quien es el personaje principal, siente hacia su amada Herminia, fémina que luego se convirtió en su esposa. Muestra de ello lo hallamos en la narración cuando sostiene: “además descubrió que, mientras la debilidad le mantenía tendido, podía, cerrando los ojos, evocar el rostro de ella con notable precisión, y esta facultad, recién apreciada, encantó las largas y solitarias horas de su convalecencia”[1] . En el mismo orden, encontramos así como lo afirma Jacques Leclerq “que el amor afectivo desemboca normalmente en el amor carnal(o en la unión de los cuerpos), es decir, en la unión simbólica total” (Págs.116-117); situación que queda representada cuando Gaspar junto con su señora se convierten en padres de una niña.
De la misma manera, Gaspar Ruiz además de ser un vigoroso y dedicado amante también fue un ferviente patriota, pero cuyo infortunio le hace pasar por hombre desleal y cobarde, esto es, desertor. Constancia de que no fue un vil traidor queda expresada en el discurso de la historia cuando dice que; “su inteligencia apenas estaba capacitada para sopesar exactamente las ventajas y los peligros de la traición. ¿Por qué había de cambiarse de partido?”[2] ; por lo tanto nunca llegó a analizar los pros y los contras de alguna acción infame. Y como si lo anterior no bastase, se agrega: “un día le ordenaron situarse en la vanguardia de las tropas del rey. Le pusieron un fusil en las manos, lo cogió y marchó (…), estuvo tentado de tirar el fusil a la primera oportunidad. Entretanto lo fue cargando y descargando, por miedo a que a la más ligera señal de repugnancia le saltase la tapa de los sesos algún oficial”[3]; donde que demostrado el espíritu de aversión de Ruiz hacia los realistas, o sea, los españoles. Entonces, éste para dejar de manifiesto su patriotismo y que jamás pensó en desertar consiguió que el General San Martín le encomendara una misión a cambio de que este último le otorgara un salvoconducto para rehacer una vida nueva. Y definitivamente “el mismo Gaspar Ruiz llegó con la nueva de su triunfo, que asestó un terrible golpe a las tropas realistas”[4] lo cual lustró su insigne sentir patriótico; y además fue nombrado guardián militar.
Ahora bien, tanto el amor carnal como el patriotismo poseen un vínculo especial y esencial, el repercute de forma notoria en la persona de Gaspar, puesto que é tenía un alma dúctil como barro humedecido. Ambos sentimientos se fundían y se conjugaban en Ruiz y alimentaban su espíritu de valentía para limpiar su reputación y por consiguiente restablecer su situación, he ahí su relación; y como muestra está cuando San Martín expresa: “a nuestro amigo Ruiz le acompañaba alguien, porque durante un momento vi un bulto a su lado”[5]. De esto podemos deducir su mujer Herminia era quien le hacía compañía, lo que también saca a relucir que ella era quien lo respaldaba y le daba ese empujoncito de seguridad y confianza a la hora de proseguir sus acciones. Otro ejemplo del sostén brindado a Gaspar de parte de su “amor carnal” hecho fémina es: “Herminia levantó una mano, blanca y fina, y con la punta de los dedos acarició levemente la rodilla del guerrero”[6] .Donde se deja de manifiesto ese cuantioso apoyo moral y esas palmaditas de aliento fundamentales para que Gaspar fuese capaz de sobrepasar las consecuencias de semejante afrenta y ultraje, que fue haberlo tachado de infiel a su patria.
En última instancia, considero que cabe destacar la relevancia de este tipo de cariño impregnado en el amor a la patria que sentía el protagonista de la citada novela, dado que aunque los dos van de la mano, existe uno que impera sobre el otro. El cual a mi parecer es el carnal, ya que éste funciona en Ruiz como una especie de combustible que le provee la energía necesaria para conseguir salir a camino con sus planes y lograr alcanzar las metas que se traza. Todo lo anterior se ve expresado en el diálogo de la dama y Gaspar: “-¿Qué haces?- preguntó ella. –Escapar de mis enemigos- respondió Ruiz. -¿Conmigo?- suspiró, apenada, la muchacha. –Siempre contigo- contestó él-. –Tú eres mi fuerza”[7]. Del mismo modo, otra prueba la encontramos en el desarrollo del relato: “en aquellas sangrientas escaramuzas se vio, por primera vez, a la mujer del cabecilla cabalgando al lado, a su diestra. Ella solía estar junto a su marido”[8] . En fin, Herminia se convirtió en lo que todas nosotras las mujeres, hoy día: una compañera incondicional, una roca firme para con su esposo, ayudándolo en el fortalecimiento de sus convicciones; por tal razón he sometido a consideración incidencias del amor carnal en el patriotismo de Gaspar Ruiz.