Aunque en tu juventud fuiste
una especie de Simba
y como buena copia, por
ultramar solías navegar,
existía un gen en tu sangre
que no se dejaba subyugar.
Cuando ese segmento de ADN
dominio total de tu cuerpo y
mente tomó, por tus poros se
excretó eso que como una
gran astilla de aquel palo
se heredó, te brotó esa
vena de escritor.
¡Conrad Joseph,
Joseph Conrad!
¡Gran escritor nació!
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